
http://tecnologiaedu.us.es/edutec/paginas/92.html
La evaluación constituye una parte inexcusable dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje. En los contextos de educación superior, a los que nos referiremos principalmente en esta comunicación, evaluar equivale a certificar el aprendizaje de unos contenidos con vistas a la obtención final de un título. En foros de educación permanente, inscritos o no en el mundo empresarial, la participación de un curso formativo suele llevar consigo algún tipo de mecanismo que justifique el aprovechamiento de los recursos invertidos (materiales, humanos, financieros), así como la consecución de las destrezas implicadas. Ello implica con frecuencia que se tienden a reproducir aquellas formas de evaluación que han venido satisfaciendo este tipo de fines sobre la base de una relación coste-eficacia razonable. Tras una determinada opción evaluativa parece influir menos la defensa de una determinada visión de cómo se produce el aprendizaje en los alumnos. En la tabla de la página siguiente, Kember (1991:140) presenta una síntesis de las estrategias de evaluación más usadas en la formación universitaria presencial y a distancia. Distintas combinaciones de estas actividades de evaluación, junto con un posible examen final, conducen a la obtención del título. Como sugiere Ramsden (1992:72), al formular opciones entre estas u otras estrategias de evaluación, los profesores están demostrando a los estudiantes qué significa realmente tener competencia en un área de conocimientos. Para muchos estudiantes, especialmente aquellos con estilos de aprendizaje más superficiales, la evaluación puede convertirse en el sentido último del curriculum. Las orientaciones de cada profesor hacia el aprendizaje establecen, al menos en parte, la agenda de este curriculum oculto: pueden estar indicando de forma indirecta si el rendimiento esperado en una determinada asignatura consiste en recordar hechos, reproducir el material presentado en las clases, mostrar evidencias de un pensamiento propio y original con respecto a los contenidos abordados, desarrollar argumentos, aplicar principios o desarrollar y tal vez cambiar las propias concepciones.
Las nuevas tecnologías, especialmente las basadas en la web, están conduciendo a la enseñanza y a la formación hacia direcciones que pueden parecer oportunas desde el punto de vista político o económica, pero que no siempre resultan ideales desde la perspectiva pedagógica. Aunque el aprendizaje a través de plataformas basadas en la web puede presentarse como ‘técnicamente novedoso’, esto no conduce automáticamente a mejorar la calidad de dicho aprendizaje. Un diseño didáctico de calidad lo es con independencia del medio; otra cosa es que este último ofrezca mayores posibilidades de aplicación. Algo similar ocurre con la evaluación del aprendizaje cuando éste se ha realizado básicamente en plataformas de teleformación. Del mismo modo que es posible diseñar entornos de aprendizaje con tecnología hipermedia que soporten principios constructivistas en los aspectos más técnicos, pero no en la filosofía subyacente del modelo, se puede estar cometiendo el error de no aprovechar las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías para reflexionar sobre nuestras prácticas evaluativas y su coherencia con el enfoque de aprendizaje adoptado.
Por tanto, al planificar la evaluación del aprendizaje en un medio como Internet, deberíamos partir de las respuestas que demos a una serie de consideraciones previas:
Considerar las herramientas y posibilidades de evaluación que ofrece el entorno de aprendizaje basado en Internet que hemos desarrollado.
Explorar las formas de evaluación más coherentes con el enfoque de aprendizaje adoptado.
Contemplar el modo de integrar armónicamente las opciones tomadas en los niveles de decisión anteriores.
Herramientas y posibilidades de evaluación a través de Internet
Una de las herramientas que más se ha venido utilizando para la evaluación del aprendizaje a través de Internet es el software para diseñar pruebas cerradas con posibilidad de autocorrección. Las principales ventajas que ofrecen este tipo de métodos han sido puestas de manifiesto por McCormack y Jones (1997: 236-237)
Ahorra tiempo en su desarrollo y distribución.
Reduce el tiempo de respuesta, aumentando el efecto positivo del feedback.
Reduce los recursos humanos y materiales necesarios.
Permite el almacenamiento de los resultados y su posterior tratamiento.
Flexibiliza el momento en el que el alumno ha de realizar la evaluación.
Cuando la era del aprendizaje a través de Internet comenzaba a dibujarse, Romiszowski (1993) ya mostraba su preocupación por lo que él denominaba como una tendencia hacia la interactividad de nivel superficial, en función de la cual los alumnos disponen del control para navegar a través de amplias cantidades de información. Él argumentaba que, aunque esto puede parecer un medio capacitador, al menos que al estudiante se le den unos objetivos de aprendizaje específicos no tendrá criterios claros para elegir a qué contenidos acceder. En este sentido, el uso de pruebas y tests de autoverificación, si están bien pensados y diseñados, pueden contribuir a orientar el proceso de aprendizaje de los alumnos, ayudándoles a comprobar si los aprendizajes que están realizando responden efectivamente a lo que se espera de ellos.
Las nuevas tecnologías, especialmente las basadas en la web, están conduciendo a la enseñanza y a la formación hacia direcciones que pueden parecer oportunas desde el punto de vista político o económica, pero que no siempre resultan ideales desde la perspectiva pedagógica. Aunque el aprendizaje a través de plataformas basadas en la web puede presentarse como ‘técnicamente novedoso’, esto no conduce automáticamente a mejorar la calidad de dicho aprendizaje. Un diseño didáctico de calidad lo es con independencia del medio; otra cosa es que este último ofrezca mayores posibilidades de aplicación. Algo similar ocurre con la evaluación del aprendizaje cuando éste se ha realizado básicamente en plataformas de teleformación. Del mismo modo que es posible diseñar entornos de aprendizaje con tecnología hipermedia que soporten principios constructivistas en los aspectos más técnicos, pero no en la filosofía subyacente del modelo, se puede estar cometiendo el error de no aprovechar las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías para reflexionar sobre nuestras prácticas evaluativas y su coherencia con el enfoque de aprendizaje adoptado.
Por tanto, al planificar la evaluación del aprendizaje en un medio como Internet, deberíamos partir de las respuestas que demos a una serie de consideraciones previas:
Considerar las herramientas y posibilidades de evaluación que ofrece el entorno de aprendizaje basado en Internet que hemos desarrollado.
Explorar las formas de evaluación más coherentes con el enfoque de aprendizaje adoptado.
Contemplar el modo de integrar armónicamente las opciones tomadas en los niveles de decisión anteriores.
Herramientas y posibilidades de evaluación a través de Internet
Una de las herramientas que más se ha venido utilizando para la evaluación del aprendizaje a través de Internet es el software para diseñar pruebas cerradas con posibilidad de autocorrección. Las principales ventajas que ofrecen este tipo de métodos han sido puestas de manifiesto por McCormack y Jones (1997: 236-237)
Ahorra tiempo en su desarrollo y distribución.
Reduce el tiempo de respuesta, aumentando el efecto positivo del feedback.
Reduce los recursos humanos y materiales necesarios.
Permite el almacenamiento de los resultados y su posterior tratamiento.
Flexibiliza el momento en el que el alumno ha de realizar la evaluación.
Cuando la era del aprendizaje a través de Internet comenzaba a dibujarse, Romiszowski (1993) ya mostraba su preocupación por lo que él denominaba como una tendencia hacia la interactividad de nivel superficial, en función de la cual los alumnos disponen del control para navegar a través de amplias cantidades de información. Él argumentaba que, aunque esto puede parecer un medio capacitador, al menos que al estudiante se le den unos objetivos de aprendizaje específicos no tendrá criterios claros para elegir a qué contenidos acceder. En este sentido, el uso de pruebas y tests de autoverificación, si están bien pensados y diseñados, pueden contribuir a orientar el proceso de aprendizaje de los alumnos, ayudándoles a comprobar si los aprendizajes que están realizando responden efectivamente a lo que se espera de ellos.